Mitos y prejuicios hacia las personas mayores
El proceso de envejecer se encuentra rodeado de mitos y perjuicios relacionados con ideas equivocadas sobre las personas mayores.
Algunos de ellos son: suponer que todas las personas mayores son enfermas, que pierden su autonomía, que sufren de deterioro intelectual, que tienen mal carácter o se infantilizan. Que sufren de aislamiento social, que pierden el deseo sexual. Que son lentos, que todos y todas envejecen igual. Que sufren de depresión constante y que son improductivos.
Esto forma parte de las creencias y estereotipos que rodean a las personas mayores, y que la mayoría de las veces, se alejan de la realidad. Lo cual, generan en la sociedad una imagen negativa acerca de esta población.
Las personas mayores son diferentes entre sí, y existen muchas maneras de envejecer en las que intervienen factores personales, sociales y culturales. Por eso, es razonable pensar que conceptos tan afianzados como: dependencia, aislamiento social o mala memoria pueden afectar negativamente la propia vivencia del envejecimiento. En este sentido, es bueno recordar que enfermedad y vejez no son sinónimos.
El envejecimiento es un proceso dinámico y multidimensional que opera fisiológicamente a lo largo de la vida.
El principal desafío al que nos enfrentamos es atender las necesidades cambiantes de la población mayor, creando entornos accesibles e inclusivos que valoren a las personas mayores. Que apoyen su participación activa y les permita llevar una vida digna y de calidad.
La mayoría de las personas son autónomas y capaces de aprender.
Es fundamental poder construir una sociedad para todas las edades, ya que la vejez no es un proceso aislado, ni le sucede sólo a otros. Todos y todas somos diferentes y envejecemos también, de un modo particular.
Una sociedad para todas las edades, requiere entonces, una sociedad sin discriminación por razones etarias.
Un buen ejercicio para la reflexión, es proyectar nuestro propio envejecimiento.